Política y sociedad
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Rafael Rodríguez
Qué ha pasado en nuestro país que en el lapso de una semana los ciudadanos hemos sido testigos de una paralización de las faenas en Codelco en conjunto con amenazas de sucesivos paros ilegales si no se accede a determinadas demandas, de una paralización de faenas en varios puertos provocando millonarias pérdidas al sector exportador chileno, de una absurda aprobación de una acusación constitucional contra el ministro de educación, precisamente el que presentó un proyecto para crear las herramientas de fiscalización que no existían para cumplir las funciones por las cuales se le critica, del nombramiento como vicepresidente de la Cámara de Diputados de un no muy honorable parlamentario condenado por malversación de fondos fiscales en beneficio propio, de la confesión de un secretario general de un partido político de haber aprobado un asesinato violento, de la fuga de la justicia de un segundo dirigente de la causa mapuche quien da conferencia de prensa justificando su decisión en la ilegitimidad del sistema judicial chileno, de la paralización de un partido de fútbol profesional por una nueva bengala, entre otras muestras públicas de agresiones de hecho como tomas de caminos por parte de los agricultores o verbales, como descalificaciones destempladas de diversos contradictores.
Construir un país como el que tenemos, que es admirado por moros y cristianos en el mundo cuesta mucho trabajo y una generación al menos en tiempo. No puede ser que grupos específicos sientan que pueden obtener un beneficio usen estas y otras formas de violencia. Si son exitosos en su intento, van a validar el método como forma legítima de actuar en la sociedad y pueden terminar destruyendo todo lo construido con tanto esfuerzo e incluso profundos dolores en muchos períodos, dolores a los que se llegó en gran medida por justamente validar la violencia como método justificable para imponer las ideas propias en determinadas circunstancias.
Como millones de chilenos soy parte de esa generación silenciosa, que participó en esa tarea de construcción sin ocupar ningún cargo público, pero que ha trabajado tratando de hacer en el ámbito que me corresponde un mejor país y en ese modesto pero no por ello menos significativo carácter digo BASTA.
BASTA de justificar la violencia como método alternativo a los canales de solución de conflictos que nos hemos dado como sociedad, BASTA de extorsionar a los demás porque transitoriamente ocupo un poder a través del cual puedo hacer daño al otro, BASTA de usar cargos públicos para ningún fin que no sea el de servir a todos los chilenos, BASTA de descalificar nuestra institucionalidad, BASTA de tolerar delitos reiterados sin poder castigar debidamente a los delincuentes, BASTA de abusos con los más débiles, BASTA de exigir derechos sin asumir las responsabilidades que nos corresponde, BASTA de demonizar a quienes se exponen por tratar de mantener el orden y la seguridad de los ciudadanos.
En síntesis, BASTA de ser testigos de cómo se validan atropellos en contra de las bases de la buena convivencia.
Ojalá que como sociedad podamos volver a robustecer nuestras virtudes, a mirar al prójimo con cariño, a debatir en vez de pelear, a respetarnos por sobre nuestras diferencias, a trabajar unidos por seguir la exitosa obra de construir un mejor país para nosotros, nuestros hijos y nietos.
Creo que hay muchos chilenos que en forma silenciosa vemos horrorizados como se está destruyendo poco a poco, piedra a piedra, descalificación a descalificación, grito a grito, burla a burla, mentira a mentira, todo lo bueno que nos ha costado tanto trabajo crear.
No tengo explicación de por qué si la mayoría de los chilenos no queremos ese país que hemos observado esta semana, no logramos evitarlo, no logramos que haya un cambio que permita llevar a los cargos que pueden hacer una diferencia a las personas con la capacidad de llevar a cabo las medidas para lograrlo junto con las mayorías requeridas para implementarlos, tampoco tengo una razón para explicar por qué un gran porcentaje de chilenos decide abstenerse de votar para lograr dichos cambios.
En resumen, no tengo explicación para justificar lo que está pasando, pero lo que está ocurriendo me parece preocupante, no vaya a ser que se nos vuelva a "joder" el país como se dice en el campo,... después de todo lo que nos ha costado.